Comentario
Las nuevas formas de comunicación de masas son reflejo de aquellas sociedades a las que afectan y en cuyo seno se desarrollaron. Las nuevas tecnologías, y de forma preeminente el desarrollo de la electrónica, perfeccionan los "mass media" actuales, e impulsan, una oferta diferenciada de productos, a la que contribuyen ya, por ejemplo, las computadoras, de reducido tamaño y de mayor capacidad de datos mediante dispositivos de transmisión y recepción, la televisión por cable, que logra mayor fidelidad de imagen y la conexión a mayor número de canales, los satélites de comunicación que hacen posible la comunicación de masas a escala mundial; y otro conjunto de innovaciones -videofono, videocasete, videodisco, videotexto, etc.- en que se suman recursos visuales y auditivos, y se logra avanzar de la información a la comunicación, a posturas interactivas. Mediante un doble cable que permite emitir y recibir mensajes, esto es, ser, al mismo tiempo, y en diálogo continuo, emisor y receptor de los mismos, el viejo consumidor se transforma en usuario de una oferta diferenciada de productos de acuerdo con la capacidad adquisitiva de los individuos.Todo este rico y complejo futuro viene avalado por esas superautopistas de la información, a las que se refirió el vicepresidente norteamericano, Al Gore, al comentar la interacción de ordenadores, teléfono, televisión, que ha propiciado una nueva revolución en las telecomunicaciones, a la aparición de múltiples servicios, desde la telefonía celular a la televisión interactiva. Para construir estas autopistas, para transportar millones de datos, imágenes y sonidos a gran velocidad y de inigualable calidad, se están construyendo potentes redes de fibra óptica y vía satélite, que, lejos de dejar almacenados millones y millones de datos pudriéndose, y por tanto no aprovechados ni rentables, hacen que puedan ser transportados e introducidos en cada casa y en cada empresa. Hoy se conoce y se controla la tecnología para conseguirlo; pero falta aún avanzar en los medios legales, económicos, financieros, etc., que los hagan más productivos y rentables, desde el punto de vista económico y desde el político, puesto que en las sociedades industriales programadas (A. Touraine) la participación en la información es una innegable forma de participación en el poder. La información entraña la participación en las decisiones si se pretende que sea plena: "Saber es poder". Nace, así, un nuevo mercado de información que, para su eficacia, necesita de cuatro componentes -los propietarios de las autopistas, los constructores de nuevos receptores o dispositivos de información que combinen las características del teléfono, el televisor y el ordenador, los suministradores de información y, por último, los clientes de la misma- que hagan posible la siempre en escena y nunca totalmente satisfecha opulencia comunicativa.¿Un servicio, o una sumisión y dependencia? Al Gore trató de evitar inconvenientes -a nivel teórico, por supuesto- indicando que hay que proporcionar a todos el libre acceso a la red, que evite, como la experiencia demuestra, el control exclusivo, monopolístico, de la misma por parte de las compañías propietarias; y, de la misma manera, evitar que se cree una sociedad de los que tienen y los que no tienen en la información. Y no ve otra salida que una política, garantizada por Estados Unidos, de reducción de precios para todos. La forma diversa, por razones varias, de aceptar y responder a este reto tiene mucho que ver con la simpatía, o antipatía, con que se juzgue el protagonismo norteamericano en la historia y la política de los media.